En mi opinión, es más fácil presentar un producto que presentar un servicio, tal y como dice la afirmación.
Es más sencillo ya que a la hora de presentar el producto el cliente puede tocar, saborear, oler, etc, el producto final. Al contrario que con un servicio, hasta que este no termine, el cliente no sabe si le gusta o no; por lo que para el vendedor es más sencillo saber si su producto ha tenido éxito o no en el mismo instante en el que hace la presentación de este.
Cuando el vendedor comienza con la presentación de su producto, este ya sabe las características reales de su producto, es decir, lo conoce a fondo por lo que puede sacar mucho partido a la hora de hablar de este. Sabrá desenvolverse a todo tipo de preguntas que los clientes le realicen, y si tienen alguna duda, siempre se les puede dejar que prueben el producto en cuestión. "Los clientes confían más en el producto cuando tocan, ven y lo usan."
La presentación de un producto desde mi punto de vista es más complicada. El vendedor, por supuesto, conoce muy bien el servicio que ofrece, pero este no se puede probar al momento como un producto. Lo que quiero decir es que para ofrecer un nuevo servicio, el cliente hasta que no termine de utilizarlo no puede opinar, es decir, les podrá gustar o no según lo que el vendedor les haya explicado y razonado, pero la opinión final de estos no se sabrá hasta el final de la utilización del servicio en cuestión.
Por ejemplo puede ser más fácil vender un libro sin contenido, que vender una idea con mucho contenido.
Aunque si lo miramos desde otro punto de vista, no hay nada fácil de vender. Si nos hacemos esta pregunta: ¿Las necesidades se crean o existen? El objetivo es satisfacer la demanda de productos y servicios.
Si un vendedor esta bien preparado y sabe las características y el funcionamiento adecuado de su producto o servicio será capaz de vender un servicio o un producto sin problema alguno.
Buena aportación
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